Hola, invito a que vean este video y a quienes a conciencia les deje pensando, en algún aspecto, lo publique en sus propios medios de difusión y contacto. Me gusta la idea de sentir que tengo el poder para participar, influir, generar creatividad y cambio, y no de simplemente ser participado y etiquetado. El video muestra retrospectivamente la gestión demostrada, y la filosofía de pensamiento que la precede, de Antanas Mockus y Enrique Peñaloza. Lástima que esté en inglés, pero no se preocupen que mucho se entiende fácil, además porque gran parte del video, lo conforman, testimonios en español de los protagonistas y quienes participaron en dichas gestiones.
http://www.megavideo.com/?v=3OM3GRIV
Después de ver el video, me queda claro lo siguiente:
Definitivamente Antanas Mockus representa el pensamiento políticamente incorrecto, aquel que solicita cambios en los hábitos para lograr beneficios colectivos, de largo plazo, consistentes, que cambien viejas maneras de comportarse, que requieren desmontar viejos paradigmas de favores, clientelismo, deshonestidad, facilismo e individualismo. Aquellos cambios que requieren menos despliegues mediáticos y discursos políticos, y más acción y actitud de cambio. La pregunta de fondo es, ¿este país realmente está preparado para asumir este cambio?; ¿aceptaríamos la responsabilidad de ser políticamente incorrectos para afianzar lo positivo y cambiar lo negativo que ya es como un sedimento que aceptamos por costumbre y hábitos aprendidos?.
No es fácil esta tarea cuando la realidad actual del país es que, existen partidos políticos tradicionales con demostrados hechos de corrupción y clientelismo, que buscan defender intereses creados por más de décadas en nuestro país, pero que cuentan con tres mecanismos muy eficientes:
Por un lado unos brazos económicos y mediáticos que logran inevitablemente influir en la opinión. El problema no es ese, de hecho, mi objetivo con este texto, es el mismo. El problema es cuando tal influencia NO se hace con argumentos sino con imaginarios, cuando NO se hace con hechos y propuestas sostenibles y articuladas con TODAS las realidades del país y con los temas de fondo que permitirían sociedades realmente justas y en paz, sino con clichés y apasionamientos superficiales, aduciendo nacionalismos de papel, carentes de conciencia y de compromiso individual y colectivo.
Por otro lado, y en funcional conveniencia del anterior, está, la pasiva y complaciente actitud de las masas que no se preguntan nada sobre esos argumentos superficiales, dado que no desean buscar nada mas allá de lo que conforma sus intereses y su comodidad actual. Por eso es que decimos que el actual gobierno fue “increíble”, porque nos permitió volver a pasear por tierra nuestro país y volver a nuestras fincas, o porque nos dio la satisfacción de una operación jaque. Si bien esto no se puede negar, y fueron pasos y logros, sumamente importantes, la realidad del país no puede reducirse a eso. Alrededor, o mejor en la base, hay problemas y aspectos por cambiar, como las brechas en aumento de diferencia social y económica, (actualmente la mayor en mucho tiempo en nuestro país), o la corrupción (la cual llegó a altos niveles en el segundo gobierno de Uribe), entre otras, que son precisamente “el alimento” de esos monstruos que tanto nos atormentan. Las masas, no entienden que todo está articulado, que todo se conecta, que todo efecto tiene una causa, y que su papel como ciudadano con sus actos en su cotidianidad y con sus juicios a conciencia o inconsciencia, influyen positiva o negativamente en la realidad del país. Hasta que los individuos que componen las masas, no entiendan su potencial de cambio y de creatividad, esas posiciones políticas corruptas y paquidérmicas, seguirán teniendo frutos en las encuestas, pero pocos frutos en los cambios positivos del país. No en vano, esta conciencia del poder de “uno”, es el que temen profundamente los gobiernos populistas, porque es más fácil mantener el control sobre una sola conciencia con convicciones construidas, que sobre muchas conciencias con convicciones propias. Lo que los gobiernos populistas no entienden, es que sería mucho mas fructífero si en vez de intentar amalgamar en una sola, las diferentes conciencias, se alinearan, respetando su individualidad, para lograr consensos que generen beneficios colectivos y que por sobre todo, respeten y usen los derechos fundamentales del ser humano, como la vida, y sus deberes fundamentales, como la honestidad.
El tercer mecanismo, muy eficiente, es el de la polarización, en el que las masas están obligadas a tomar un partido, y en cuya práctica, las peleas, distraen la atención de lo verdaderamente importante, porque olvidamos que todas las partes deben tener un objetivo común. Es gracioso que las masas teman a los cambios, porque lo piensan desde la misma dinámica de la polarización en la cual fueron incrustadas sin darse cuenta, y por tanto aducen, que cualquier posibilidad de que el “enemigo” llegue al poder, es sumamente riesgosa como para ser asumida; por lo tanto desde esta lógica, se justifica un voto, no por quien yo crea que es bueno, sino por quien yo crea que me garantiza que el “enemigo” no llegue. Entiéndase por enemigo, el candidato de izquierda si la masa es furibista, o entiéndase de derecha si la masa es anacrónicamente de izquierda. Y a esto, deseo referirme con un ejemplo. Cuando uno habla, con gente en Colombia, y nombra gobiernos de izquierda, siempre empalidecen, nombrando gobiernos como el de Chavez. Pero el punto es que, todo aquello que no sea de ultraderecha, no quiere decir que sea izquierda absurda y recalcitrante como la de Chavez; es mas, y ese es el punto, ni siquiera quiere decir, que tenga que ser izquierda. Por otro lado, no todo lo que no sea ultraizquierda, tenga que ser ultraderecha sicópata como la de Hittler con quien han comparado a Uribe, desde posiciones radicales e intelectualmente muy pobres. ¿Por qué tenemos que pensar las posibilidades de cambios solo desde las posiciones polares radicales, que de hecho han demostrado no ser efectivas en los procesos de cambio y evolución con componentes de progreso y justicia social a la vez?. El fin de semana pasado, tuve la oportunidad de hablar por ejemplo, con un chileno, con lo cual pude entender el fenómeno de Chile, con un gobierno como el de Michelle Bachelete, que siendo este catalogado como un gobierno de izquierda, logró un alto estándar no solo de popularidad sino de progreso y desarrollo para su país. Pero atención, hay que entender que la izquierda chilena, dado que parte de una historia de dictadura de derecha, es muy distinta a la concepción que tenemos nosotros de izquierda, siendo la chilena, una posición más de centro, que de absurdas radicalizaciones de posición, en uno u otro lado.
Yo no quiero caer en el argumento pobre de que el principal problema del país es la guerrilla y los paramilitares y que por tanto la principal prioridad es la guerra. Si bien, es cierto que esta es necesaria para mantener el orden y la soberanía, este no puede ser el único frente de acción. Nadie ha dicho, y creo que Antanas es lo suficiente inteligente para saberlo, que llegando a ser presidente, echara para atrás la presión sobre los grupos armados. De hecho si revisan bien, en sus gestiones se ha enfrentado con éxito, firmeza e inteligencia, a grupos y conflictos violentos que reflejan problemas profundamente sociales. Me parece que Antanas es todo menos un tipo blando, de hecho ha respondido con dureza y firmeza a actos de violencia y desacato. La diferencia radica en que claramente su propuesta no se queda ahí. Una propuesta como la de Antanas no olvida los fundamentos esenciales del ser humano que están en el fondo de los conflictos sociales. Una propuesta como este lleva de la mano la firmeza con la pedagogía y el impacto en el comportamiento. No se queda en lo bélico como única alternativa. No nos dejemos engañar con el argumento superficial de que la sombra de Uribe es el único con una actitud firme hacia los violentos.
Me niego a dejarme convencer por candidatos cuya principal demostración de eficiencia, son el éxito en una táctica militar (sin desmeritarla), o haber ocupado en el pasado cargos públicos a dedo, con resultados que realmente han tenido poco impacto en la evolución y cambio del país, o ser la sombra de un gobierno con altos grados de popularidad. Yo personalmente no quiero elegir un presidente que sea sombra de alguien, quiero elegir un presidente que me haya demostrado en el pasado, capacidades para el cambio positivo, para el progreso y para el logro de la convivencia desde la participación activa de toda una sociedad. Lastimosamente las personas que no viven en Bogotá actualmente, o que no conocieron el Bogotá de 15 años atrás, no entienden el calibre de la transformación lograda en esta ciudad por los gobiernos de Mockus y de Peñalosa, tanto en infraestructura más incluyente, como en comportamiento de la sociedad, basado en la pertenencia, el respeto por el otro, la no negociabilidad de la preponderancia de la vida, y el entendimiento de que el fin no justifica los medios, porque siempre hay valores, derechos y deberes que deben estar por encima del fin.
No acepto que el discurso de la guerra sea el único motivo aglutinante de nuestra sociedad. No caigamos en falsos nacionalismos basados en la destrucción de un único enemigo externo, cuando el enemigo puede estar precisamente en nuestra mente y en nuestro actuar que ya se ha vuelo tan cotidiano, que se nutre de la costumbre, y del “siempre hacerlo así”.
No me dejo seducir por argumentos populistas y reduccionistas, con propuestas amañadas a aspectos específicos que son “los que venden”, desconociendo que esos aspectos están articulados con otros aspectos estructurales del país, que de hecho, son el origen de aquellos que tanto visibilizamos y tanto nos atormentan. Personalmente creo, que seguir pensando que el problema de este país, son los actuales actores armados, es un error, porque como lo dije anteriormente esto es pensar que el país tiene cáncer localizado, sin darse cuenta que ya tiene metástasis regado por todo el cuerpo. Si solo se ataca ese foco, podremos haberlo acabo, y todos esperamos que así sea, pero al día siguiente, los actores serán otros, porque la desigualdad, la injusticia, la impunidad, la corrupción, la falta de legitimidad en las instituciones, la ausencia de respeto por la vida y por el otro, siguieron vigentes.
Yo quiero darle la oportunidad al país de ser gobernado por una clase media, con una mirada distinta sobre las prioridades de un país y su sociedad. Quiero permitirle que sea gobernado por posiciones pensadas desde la intelectualidad y no solo desde los sectarismos políticos de vieja guardia que ya tuvieron muchas oportunidades desaprovechadas o desde los intereses políticos y económicos de élites reducidas. Este país siempre ha sido gobernado por élites políticas, económicas y familiares que no han demostrado grandes avances INTEGRALES, en el desarrollo de nuestra sociedad y nuestra economía, en contraste con otros países latinoamericanos, que se han permitido otra clase de dirigentes, con posiciones de centro y más conectadas con las realidades cotidianas de sus ciudadanos. De esta forma, estas sociedades han logrado avances en el bienestar de sus ciudadanos, avances en sus sectores económicos, y avances en la inclusión social y productiva. Nuestro país no va a ser más competitivo, por el solo hecho de no tener conflictos armados. Les recuerdo que, si bien, las acciones militares contra la guerrilla, han aumentado la inversión extranjera, esta inversión se traduce sobretodo en compra de activos y capital golondrina (cuya esencia es la inestabilidad), que difícilmente se ve traducida en un aumento de ingreso en los bolsillos de los colombianos. El efecto en el empleo de estas acciones no es su mayor logro. Nuestro país, no va a ser más competitivo, con un campo desprotegido al cual además, se les roba sus posibilidades de apoyo, gracias a manejos clientelistas de los fondos destinados para ello. Nuestro país, no va a progresar más si seguimos basando nuestras actividades de exportaciones en productos de bajo valor y componente intelectual agregado.
Claramente, desde mi limitada subjetividad, estoy convencido de que la experiencia y la propuesta de Antanas Mockus, y su cercanía, a la experiencia y propuesta de Enrique Peñalosa, es actualmente, el único y mejor acercamiento a un “hacer” y un “gobernar” diferente en nuestro país. Sin embargo, mi intención, más allá de convencerlos de un voto, es presentar una forma de pensar diferente, o al menos sembrar ciertas dudas sobre los convencimientos actuales de que vamos por un buen camino, con un gobierno como el actual. De hecho, para gracia de muchos de los que me conocen, yo era uno de los más radicales defensores del gobierno Uribe, sobretodo en su primer gobierno, pero mi posición empezó a cambiar cuando empecé a entender los efectos y consecuencias colaterales, profundamente peligrosas y delicadas, de un pensar y un actuar como el de este gobierno, cuya sombra será el de Santos.
Estoy convencido, por que lo he visto en diferentes personas con las que se intercambian opiniones y en las expresiones de participantes en grupos de facebook como el del partido verde (el cual crece vertiginosamente su número de participantes), que un “pensar diferente” es posible y está creciendo. Las generaciones jóvenes se están cansando de las formas viejas de hacer política y aquellas que eran apolíticas, han comenzado a sentir la necesidad de acercarse a ella pero de una forma distinta y más responsable. En las generaciones no tan jóvenes, también crecen las personas que no se comen el cuento de que este sea el país más feliz del mundo. En común, estas nuevas manifestaciones, quieren apostar por un cambio en la forma de actuar y vivir mas justa y más consciente. Estas personas ya no creen en las instituciones actuales, porque, para ellos carecen de credibilidad, porque sienten que no merecen su respeto. Por lo tanto, esperan que desde su posición crítica y responsable se obligue su renovar y de nuevo su credibilidad para lograr hacer un país mejor.
Yo personalmente estoy consiente que a las actitudes de cambio y de responsabilidad crítica y ciudadana, les queda un camino muy largo por recorrer, de hecho, es claro que aun falta mucho para que podamos tener un presidente que las refleje, sin embargo me parece que hay dos buenas noticias, una que ya empezamos, claramente se despierta una nueva conciencia, que esperamos se difunda cada vez mas, y por otro lado, la otra buena noticia es el potencial siempre presente que tiene el individuo cuando decida tomar conciencia que vaya más allá de solamente mantener su comodidad individual.
Con este video, me queda claro que si de verdad, de corazón, queremos un país y una sociedad distinta y mejor, debemos pensar distinto y elegir gobernantes que piensen distinto.