miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Produce el cine una real anulación de pensamiento autónomo?

En su texto “El arte en la época de su reproducción mecánica”, Walter Benjamin manifiesta claramente su preocupación por todas las consecuencias que para la originalidad y el valor del arte, tiene la reproducción de imágenes mediante la fotografía y el cine. Podrían resumirse sus preocupaciones en los siguientes aspectos:

La pérdida del aura, en la que se refiere a la pérdida de la autenticidad, la falta del aquí y del ahora, y el carecimiento de la autoridad consecuente. Interpreto esto, como la falta de espontaneidad y de realidad de la situación que precede o compone la realización de una obra. Para Benjamin, la reproducción de la imagen se resume a una serie de eventos planeados, carentes de apego a la tradición y al rito, para dar paso a articulaciones artificiales que no solo ya no conservan el valor y la emocionalidad del instante, sino que tiene una especie de agenda propia, en términos de lo que desea generar en su público. Parece temer al desaparecimiento de la sensación espontanea y autónoma del público al ser expuesto a la imagen, para dar paso mas bien a una manipulación de esta sensación, desde una definición inicial de la intención de quien produce la copia, sea esta una fotografía o una película de cine.

Por otro lado y complementario con lo anterior, otro aspecto que lo preocupa, es la posición que toma el público que “enjuicia” una obra, sin tener ningún contacto directo y real con ella, ni con las personas que participan. Sostiene que el contacto directo no es con las personas que participan, en el caso del cine, el actor, sino con el aparato que reproduce, por lo cual hay completa ausencia del cualquier valor cultural. Además la relación con el público se reduce a la intención de reproducir un discurso dentro de un mercado, apartando totalmente el valor del arte. Esto genera una disminución en la importancia social del arte y por tanto también la disminución de la posibilidad real de crítica.
Particularmente en el caso del cine, Benjamin señala como este produce una nueva lógica de percepción, la cual se basa en mostrar dimensiones y situaciones que antes no eran perceptibles dentro de la cotidianidad del observador. No obstante, no deja de resaltar la artificialidad que puede caracterizar este tipo percepciones producidas.

Aparte de estas consideraciones críticas de Benjamin, me llamó sobretodo la atención las apreciaciones que él trae a colación de Duhamel sobre el cine, dado que nuevamente me permite hacer nuevas preguntas relacionadas con mis intereses de investigación. Como interpreto estas consideraciones, Duhamel sostiene que el cine es ante todo un bombardeo de imágenes que impiden el pensamiento autónomo y la reflexión sobre lo observado. Además, para él, el cine no supone continuidad de las ideas, ni el abordaje serio de problemas.

Cuando analizo estos planteamientos pienso nuevamente si realmente, la industria del cine y de la publicidad, podrían tener alguna capacidad transformadora y creativa. Para dejar clara esta inquietud me sirve la película Avatar sobre la cual en la clase pasada algo logramos comentar. Ya es sabido que una película como esta plantea argumentos en los que se expone la naturaleza depredadora de recursos y de irrespeto por el otro, por parte del ser humano. Así mismo, de alguna forma “denuncia” el desconocimiento de otros saberes que permitirían el respeto y la sostenibilidad de recursos y de convivencia. Si una producción cinematográfica como esta, la enmarcamos dentro de las actuales problemáticas sociales y ambientales, podría pensarse que este tipo de mensajes esparcidos mediante el poder multiplicador y penetrante de una industria cultural como el cine, ofrece al público ciertos puntos de fuga hacia la creación de una mayor conciencia social y ambiental.
Sin embargo, si miramos un poco hacia atrás, podríamos encontrarnos con producciones en formato beta o vhs, de la película “Danza con Lobos” del año 1990, en la cual, si observamos con atención, vemos argumentos muy similares a lo que vemos hoy con mucha más tecnología y pirotecnia de por medio. Esto nos demuestra que este tipo de mensajes, no son realmente nuevos, sin embargo pareciera que su efecto no pasara de la sensibilidad de corto plazo presente entre crispetas del teatro o de preparación casera en los formatos audiovisuales domésticos. Este pareciera ser el único alcance real de mensajes que buscan tocar la sensibilidad y la conciencia del público, no pasando de convertirse en un producto, altamente rentable dadas las condiciones actuales. Pareciera manifestarse aquí la comercialización de la subjetividad a través de la industria cultural, despojando a una obra de verdaderos potenciales de cambio y de resistencia. El día de hoy, casualmente tuve la oportunidad de conversar con alguien que convivió un tiempo con tribus de indígenas kogui en la Sierra Nevada de Santa Marta, quien me compartía su experiencia de presenciar como los indígenas ofrecían periódicamente un rito de “siembra de ríos”, que consiste en ofrecer y enterrar en determinados puntos, unas piedras que consideran sagradas, con el fin que en ese lugar se produzcan nuevos nacimientos de agua. El hecho es que según la persona que presenció estas actividades, efectivamente en cuestión de meses, dichos nacimientos realmente se producían. Independientemente de que decidamos creer o no en este tipo de relatos, el punto es que me llamaba poderosamente la atención el valor que quien me relataba el testimonio, le daba a dicho hecho, resaltando las ideas sobre las cuales una comunidad como la de los indígenas Kogui, sustentan estas creencias. Estos sistemas de valores no se apartan mucho de aquellos sobre los cuales se quieren soportar los guionistas de una película como Avatar; sin embargo me parece que no es comparable la posibilidad del contacto real con un hecho como el de la “siembra de ríos” y el ensamble técnico de una película como Avatar. Por lo tanto, pienso que tal vez, la pregunta de fondo no sería el papel de la industria cultural del cine en la reproducción de un mensaje como este, sino más bien, lo que hacemos los públicos con el mensaje. Tal vez una pregunta de fondo sería, por ejemplo que hacen un profesor de primaria con sus alumnos teniendo entre ellos la experiencia fresca de haber visto una película como Avatar?, es posible crear conciencia a partir de la revisión de la apropiación y reapropiación de este tipo de mensajes, en este caso por parte del público infantil?. Creo que en este caso, se hace relevante entonces el concepto de las mediaciones más allá del de únicamente el medio.
Por lo tanto, me parece por ejemplo que en un problema de investigación como el mío, valdría la pena por ejemplo, revisar el contenido que en redes sociales, existe alrededor de una película como Avatar, pues con seguridad se encontrarán allí apropiaciones y reapropiaciones compartidas del mensaje que podría dar luces sobre el verdadero alcance de su reproducción a través de una industria cultural como el cine. Adentrarse un poco en ese “compartir” de percepción que supone una red social, permitiría de alguna forma mirar de forma concreta que tanta razón tenía Duhamel frente a la imposibilidad de pensamiento autónomo que produce el cine.

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