domingo, 2 de agosto de 2009

El oriente que consume occidente

En los primeros acercamientos realizados al presente trabajo, había dejado clara mi inquietud respecto a la reciente acogida, curiosidad o apertura de un buen número de personas a prácticas que tienen una relación con estilos de vida y filosofías orientales, que difieren de una u otra manera de las formas tradicionales occidentales de entender el mundo en que vivimos y las relaciones que con el tenemos. Para ser explicitó en esta introducción al análisis, me refiero a prácticas como el yoga, la meditación, reiky, feng shui, medicina oriental, acupuntura entre otras, las cuales veo cada vez mas difundidas y aplicadas en estilos de vida de un segmento de la población con un aumento en su preocupación por el equilibrio mental, espiritual y corporal, y cuyos varios de los casos coinciden con casos de estilos de vida dependientes de poderes adquisitivos medios y altos y por demás sometidos a continua presión y estrés en sus vidas laborales; de cierta forma pareciera una búsqueda de elementos o respuestas que la cultura occidental ya no está generando o nunca generó, y que pareciera que las personas buscan para “recuperar su equilibrio”. A partir de este planteamiento me surgen varias preguntas que expondré en un momento, pero antes quiero dejar claro desde donde hago estas preguntas, desde que entorno observado se generan y con que elementos teóricos pretendo abordarlas.

Es importante aclarar que soy conciente de que al hablar al mismo tiempo de budismo, yoga, reiky, feng shui, entre muchos otros, estoy agrupando religiones con prácticas y que a su vez estas pertenecen a regiones diferentes del mundo (India, Japón, China, incluso, en algunos casos estas religiones o prácticas nacen de influencias mutuas entre varias de estas regiones). El objeto de esta agrupación conciente es, para efectos del análisis, verlas como manifestaciones de Oriente en Occidente que responden a representaciones de este último. Por lo tanto, es importante entender, que si bien lo que genera las inquietudes que llevan al planteamiento del presente trabajo, son este tipo de manifestaciones, el estudio de caso propiamente dicho, es la representación de Oriente y el imaginario creado alrededor de este. Como se detallará más adelante, para el marco de este trabajo, me referiré a Oriente, queriéndome referir al Lejano Oriente, dentro del cual se encuentran regiones como India, Japón, China, orígenes geográficos de estas prácticas y religiones. Esto explica por qué no pretendo en este análisis ahondar en los fundamentos filosóficos origen de estas prácticas, sino por el contrario, en reflexionar sobre como sus manifestaciones en Occidente, son parte de la construcción de “lo oriental”. Para ello tomo como herramientas principales el análisis del concepto de orientalismo y los efectos culturales que trae consigo la globalización.

También se que usar el término Oriente, como si de Otro se tratará, de alguna forma está precisamente haciendo uso de una posición típica del orientalismo, como lo entenderá el lector mas adelante, pero siendo esta de alguna forma una limitación del mismo lenguaje y de la posición desde la cual escribo, espero se entienda como no peligrosa para el análisis precisamente por lo que significa ser conciente de ello.


En primer lugar no pretendo generalizar la situación mencionada, sobre la cual no tengo argumentos ni estadísticos ni investigativos aun para señalar esto como una irrefutable tendencia de Occidente. Pero para este análisis en una primera etapa de exploración he acudido a mi observación del entono más cercano, y con esto me refiero al entorno de ciudad, en el cual veo cada vez más como se inunda el mercado de opciones de terapias alternativas para manejo del estrés, sitios llamados Spa, con ofertas que combinan lo estético del cuerpo con el cuidado de la mente y el espíritu, negocios seudo médicos con mayor tendencia a lo esotérico que ofrecen cursos para el aprendizaje de distintas prácticas alternativas para la relajación del cuerpo y de la mente o para el mejor entendimiento de la relación del individuo con los espacios que habita e incluso para entender y sobrellevar la relación con la enfermedad. También he observado, la presencia cada vez más marcada en la publicidad de representaciones de este tipo de prácticas, asumidas como parte de la cotidianidad y la vida moderna; para poner ejemplos recientes, piénsese en avisos de una marca de ropa interior que muestra sus productos mediante modelos en posiciones naturalmente ambientadas de yoga, o en la publicidad en televisión de marcas de medicamentos que usan íconos juveniles símbolos de rebeldía levitando en posiciones de meditación gracias a la “tranquilidad” y salud que brinda un antigripal. Estos son ejemplos de las recientes representaciones que podemos ver actualmente en nuestra vida cotidiana y que hacen una clara alusión a prácticas de culturas en Oriente.

Es importante también dejar claro que otro de los elementos que me permiten explorar este tema, tiene algo de autobiográfico, pues por un lado personalmente he adoptado algunas de estas prácticas como la meditación o la acupuntura y por el otro mis prácticas profesionales se han orientado al campo del mercadeo dentro del cual continuamente se construyen y se revisan prácticas de representación. Este punto es importante, porque pienso, fija una posición de observador y a la vez de observado. Al mismo tiempo como ya lo comenté brevemente, la observación ha sido motivada también desde los comentarios, prácticas y aceptaciones de personas cercanas que ven en este tipo de prácticas (de índole físico o espiritual) una nueva alternativa para enfrentar la vida cotidiana.

Ya expuesto el origen de las inquietudes iniciales y el lugar desde el cual hago el presente análisis, planteo entonces las preguntas de fondo que serían las que sirvan de base para hacer una propuesta de forma que problematice o visibilice más que la tendencia, (pues de esto como ya lo he comentado brevemente, ya tenemos bastante) lo que hay por debajo de esta a nivel cultural en una pequeña muestra de la sociedad occidental como puede ser nuestro país y nuestra ciudad y a la vez las relaciones que esta tiene con un marco de globalización dentro del cual dicha sociedad se encuentra inmersa. Las primeras preguntas que surgen son: ¿Desde donde se genera de repente un interés en estar prácticas de origen oriental?, ¿De que forma se construyen representaciones a partir del acceso a este tipo de prácticas?, ¿Qué buscan determinados grupos sociales en occidente en este tipo de prácticas?.


Basaré este análisis en dos pilares de discusión: La construcción de lo oriental desde occidente y los efectos de la globalización y la subsiguiente creación de representaciones y subjetividades.


Para referirme al primer pilar deseo basarme principalmente en los argumentos de Edward Said en su libro “Orientalismo” y de Tzvetan Todorov en su libro “Nosotros y los otros”. Edward Said plantea principalmente que Oriente no es un tema en el que existan percepciones libres y pensamientos no construidos previamente, pues las ideas acerca de este ya vienen definidas y dispuestas de forma cerrada y que la relación de este con occidente se basa en una relación de poder en la que Oriente se subordina a Occidente desde las primeras observaciones euro-céntricas. Por lo tanto como lo define el mismo Said, el orientalismo se comprende mejor si se analiza como un conjunto de represiones y limitaciones mentales. De acuerdo a la exploración realizada a los argumentos de este autor, pienso que si bien su análisis está muy enfocado a Oriente refiriéndose sobretodo al oriente árabe e islámico (oriente próximo), bien puede aplicarse mucho de este análisis a la otra parte constituida por el “Lejano Oriente”. Debo aclarar que no pretendo vaciar de importancia y significado el análisis del orientalismo frente a las construcciones que se tienen del mundo árabe, sobre todo ahora con toda la problemática de la lucha antiterrorista construida desde occidente, pero para los objetivos de este análisis, lo que deseo es extractar pilares teóricos que explican las construcciones del Otro, y específicamente de culturas orientales, para encontrar causas y a la vez problematizar nuestro reciente gusto por “lo oriental” referido a culturas del Lejano Oriente. A continuación expongo los elementos encontrados a mi juicio más importantes para la problematización que haré más adelante, con el caso de análisis.

En la perspectiva del orientalismo, desde los orígenes del acercamiento de Occidente a regiones en Oriente, el conocimiento de estas se basó en el significado de estudiar al otro, a la otra civilización; de esta manera, dicho acercamiento está dado desde la idea de tener autoridad sobre ella. Por lo tanto, como lo dice Said, “el otro (en este caso Oriente) existe, tal y como nosotros lo conocemos”. No existe en esta forma de observar al otro, un reconocimiento de las posiciones de superioridad e inferioridad desde la cual se está construyendo el acercamiento, porque se da por sentado que la verdad que se tiene sobre el otro es la real. Este acercamiento va más allá al definir el conocimiento, como provechoso para el “que es conocido”, pues esto lo hace de alguna forma receptor y beneficiario de la verdad, lo cual desde esta posición se define que le es conveniente. Hasta aquí quiero plantear un primer elemento fundamental en el orientalismo que sirve como elemento de análisis y es la idea respecto a que desde el comienzo del acercamiento de hemisferios”, occidente domina y oriente debe ser dominado, por lo tanto sus asuntos debes ser controlados y sus riquezas deben ser puestas a disposición del poder occidental.

El segundo elemento que caracteriza el orientalismo, desde sus orígenes coloniales es la percepción de igualdad en la forma de pensamiento de todos los habitantes de oriente y más aún de su inferioridad de raciocinio y lógica, debido a su incapacidad de pensamientos lineales que permitan sacar conclusiones obvias de premisas sin hacer relaciones con otros elementos de juicio que vayan en contra de la certeza y la comprobación.

Según lo plantea Said, las ideas orientalistas adoptaron diferentes formas durante los siglos XIX y XX pues lo que diferenció el final del siglo XVIII y los principios del XIX, es que resurge lo oriental, en lo cual múltiples pensadores, políticos y artistas adquieren una nueva conciencia de oriente y se genera una ambición por plantear descubrimientos, experiencias e intuiciones en términos modernos, queriendo conectar las ideas sobre oriente, con las ideas modernas, haciendo esto, vulnerables los conocimientos orientales a las modas y corrientes de pensamiento que tenían influencia en occidente. Al mismo tiempo las construcciones discursivas ya artísticas que se comenzaron a hacer de oriente desde occidente estuvieron limitadas y coaccionadas por que a fin de cuentas de fondo había una diferenciación entre lo familiar (Europa, occidente) y lo extraño (Oriente). A partir de este punto, Said señala que el orientalismo ha tenido muchos logros durante su época de esplendor, en el siglo XIX. Este se constituye en el tercer elemento de análisis. Textualmente plantea:

“Durante su época de esplendor en el siglo XIX, produjo eruditos, incrementó el número de lenguas que se enseñaban en Occidentes y la cantidad de manuscritos editados, traducidos y comentados; en muchos casos proporcionó a Oriente estudiantes europeos llenos de sensibilidad e interés real hacia temas como la gramática del sánscrito, la numismática fenicia y la poesía árabe. Sin embargo – y aquí debemos hablar con claridad-, el orientalismo dominó a Oriente”.


El cuarto elemento que deseo poner en la mesa es el aun actual carácter científico de distinciones entre categorías y dualidades que caracteriza al orientalismo como construcción desde occidente, y que se evidencia en la percepción de que el mundo real es exterior al observador y que el conocimiento consiste en clasificar los datos con la mayor precisión, esto muy acorde a los pensamientos mecanicistas y newtonianos. En consecuencia con esto, la percepción en culturas orientales de que el mundo es casi completamente interior al observador, se considera equivocada, y por lo tanto se justifica el dominio sobre ellos, dada la superioridad de pensamiento y de la forma de entender, procesar, analizar y actuar en el mundo. Además también se cuestiona si se puede dividir la realidad humana en culturas, historias, tradiciones, sociedades y razas diferentes entre sí.

El quinto elemento se refiere a un hecho simple pero clave en la construcción que hace el orientalismo, y que a pesar de que es referido a la actitud académica hacia el Oriente islámico, es muy aplicable a nuestro caso de Lejano Oriente, como lo veremos más adelante en la articulación de estos 5 elementos. Este se refiere básicamente a como una perspectiva erudita puede apoyar las caricaturas que propaga la cultura popular.

Por último, para dar paso a la articulación de estos elementos, con nuestro tema de interés, según Said “…para occidente hay árabes buenos (los que hacen lo que se les dice) y árabes malos (los que no lo hacen y, y por tanto son terroristas)”. Cabe entonces preguntarse, si también podemos hablar de Oriente bueno y Oriente malo, y si Oriente bueno está constituido por estas culturas que generan prácticas, en un marco de globalización, que por un lado están ofreciendo alterativas diferentes de relación con la realidad y por otro lado efectiva y rentablemente consumibles y comercializables.

A partir de esta exploración de Orientalismo, encuentro por un lado explicaciones a la forma en que estamos construyendo representaciones de Oriente aplicándolas a nuestras realidades y por otro lado, y esto es lo que más llama mi atención, encuentro elementos que pareciera que ahora se están dando de forma contraria para el caso puntual de las representaciones de Lejano Oriente. Como lo señalé en el párrafo anterior, estamos comenzando a ver un “Oriente bueno”, atractivo, interesante, esotérico y consumible. Desde la posición (no política, ni gubernamental) , sino desde la posición del ciudadano habitante de ciudades, que le atraen algunas prácticas de origen oriental, de alguna forma se está revirtiendo la posición de superioridad sobre ellas, encontrando mas bien, bondades que para él vale la pena conocer y aplicar. Esto lleva a una mercantilización de estos conocimientos y prácticas que genera una especie de círculo autoalimentado entre la credibilidad, la creencia y la creación de necesidad, pero en principio, el imaginario general, entre las personas que se acercan a estas prácticas se basan en la confianza y sobretodo la diferencia que encuentran frente a prácticas occidentales en las cuales se está empezando a dejar de creer. Ahora, este acercamiento de alguna forma obliga a quien lo hace, a intentar entender los planteamientos teóricos, religiosos, filosóficos, etc, (de manera profunda o superficial, que para el caso de la representación no importa) desde la cual se plantean, lo que inevitablemente comienza a crear un cambio en el rechazo al pensamiento integrador aparentemente no lógico del pensamiento oriental, contrario al occidental. Esta lenta pero creciente aceptación de “lo que nos dice” Oriente, es aprovechada entonces no solo desde la iniciativa particular expresada en la cotidianidad de prácticas, sino también desde la construcción de símbolos e imaginarios, creándose de esta manera fenómenos como la tendencia desde la publicidad a hacer alusión a lo oriental. Podríamos entonces, al igual que Said lo menciona, hablar de un resurgir de lo oriental. La pregunta es, si también este resurgir está coaptado y limitado, y mi sensación frente a lo que observo es que sí, pero desde otros planos que están construidos desde el las lógicas del mercado y la eficiente coaptación del sistema capitalista; piénsese por ejemplo en los numerosos cursos de yoga que se imparten desde las áreas de calidad humana en varias empresas a sus empleados.

Pareciera que todo lo que en un principio, hizo que se construyera la percepción de Oriente desde una posición de poder y exclusión, está precisamente siendo la base para que hoy queramos asumirlo, como algo que no teníamos y algo que nos hace falta (es importante aquí no perder de vista a que parte de oriente me estoy refiriendo). Sobra decir, que en este momento sigo hablando de representaciones, es decir, no pretendo emitir un juicio (aunque realmente tengo uno) de si es cierta o falsa esa apreciación de que existan elementos en Oriente que hacen falta en Occidente para entender mejor la relación con nosotros mismos y con el entorno. Lo que quiero dejar claro es como más allá de un orientalismo que observa y juzga en el caso del orientalismo aplicado al mundo árabe, estamos en el inicio de un occidente que se “orientaliza” desde la cotidianidad de las personas, pero entiéndase bien a lo que me refiero con “orientaliza”, pues este proceso se hace sobre la mutación de las bases filosóficas y religiosas de algunas prácticas de Oriente con las lógicas y necesidades de los sistemas occidentales.


Dada esta especie de círculo mencionado, que inicia en la curiosidad, o la inconformidad, que pasa por la confianza y encuentra un nuevo impulso en la creación de necesidad y oferta del mercado, para volver a iniciar el ciclo, es difícil encontrar la verdadera causa del reciente gusto por lo oriental. Pero lo que hasta aquí, lo que pretendo exponer es como se generan y originan nuevas formas de ver a Oriente.
Hay además de lo ya expuesto, un elemento que si bien puede verse como teórico, es de vital importancia al momento de hacer representaciones de Oriente, como algo que es lejano y despierta curiosidad, y que como verá el lector tendrá a mi modo de ver, una profunda relación con esas condiciones sociales en las cuales vivimos.


Si bien es cierto la visión que tiene occidente de oriente próximo (mundo árabe), es una visión problemática en el sentido de ver a estas culturas como la fuente de todo lo “anti” (antihumano, antidemocrático, antinacional, etc.) la visión que está teniendo actualmente de oriente lejano, es completamente distinta, pues en esta representación estamos comenzando a ver prácticas de vida imitables, respetables y sobretodo altamente susceptibles de comercializarse. Es esta pequeña variación en la representación la que me lleva a argumentos de Todorov, que si bien no es contraria a la de Said, me parece, se centra más en el concepto de lo exótico que a mi modo de ver se vuelve elemental y central en este análisis.

Todorov plantea que el exotismo es un relativismo, tanto como lo es el nacionalismo, pero de manera contraria. En ambos casos lo que se valora no es un contenido estable, sino una cultura, definida de acuerdo a la relación que guarda con el observador. De acuerdo a esto, plantea:

“Se trata, pues, en ambos casos de un relativismo que el último instante ha quedado atrapado por un juicio de valor (nosotros somos mejores que los otros; los otros son mejores que nosotros), pero en el que la definición de las entidades que se comparan “nosotros” y “los otros” permanece puramente relativa.

Por lo tanto según este argumento, las actitudes del exotismo se basan en que el otro es preferido al yo mismo, pero esto se trata no tanto de una valoración del otro, sino más de una crítica de uno mismo, y no tanto como la descripción de una realidad, sino más como la formulación de un ideal. También plantea que la preferencia por lo exótico se da por la atracción de contenidos que se escogen entre opuestos (simplicidad–complejidad, naturaleza–arte, origen–progreso, salvajismo-carácter social). Por lo tanto se dice que teóricamente hay dos tipos de exotismo, según que la cultura sea valorada como más simple o más compleja que la que observa, o más natural o más artificial, etc, pero que en la práctica el exotismo se ve secundado por cierto primitivismo, entendiéndose este como cierta alusión a lo nostálgico. En las líneas de este planteamiento encontré un aparte que de alguna forma muestra lo que hasta aquí he venido sosteniendo, que no puedo evitar comentar, me alegró sobremanera como incentivo a mi base argumental:

“A partir del siglo XIX se ve reforzada la forma opuesta: en primera porque se valora más, tras lo que se ha denominado el “renacimiento oriental”, a ciertas antiguas tradiciones extraeuropeas (árabe, hindú, china, japonesa, etc), y luego porque, más recientemente, la Europa occidental a comenzado a considerarse como “retrasada” con respecto a otras metrópolis como Nueva York, Hong Kong o Tokio (un exotismo de los rascacielos y de lo electrónico). Pero lo cierto es que el exotismo primitivista es una de las formas más características del exotismo europeo, responsable de la figura del buen salvaje y de sus múltiples avatares.”

Desde ese exotismo, según lo plantea Todorov, el pasado de lo nuestro se encuentra en el presente de los otros, pero también representa un futuro anhelado, por lo tanto lo exótico se asocia con lo utópico.

Si bien es cierto los argumentos de Todorov se basan en el análisis contemporáneo que hace de escritos de cronistas y viajeros que tienen contacto con civilizaciones “salvajes”, sus planteamientos me parecen aplicables a la realidad actual occidental en cuya esfera cada vez más personas protestan y recienten de ella (aunque igualmente inmanentes) y ven en Oriente alternativas de volver a lo simple, a lo natural, a lo espiritual, a lo calmo. Pareciera una búsqueda de volver a un punto en el que no se necesita más de lo que requieren las necesidades naturales.

En la construcción del “buen salvaje” que hacen viajeros del siglo XVI y XVIII que analiza en su obra, se identifica una benevolencia explícita al referirse al otro, que a su vez lo que refleja es un espíritu crítico frente a su propio país, pues de alguna forma manifiesta su agrado y nostalgia por esas culturas que son diferentes a ese país de origen que desean dejar atrás, sin hacer una clara diferenciación entre culturas. Lo importante, de la “benevolencia” en la mirada hacia el otro, se basa en que este representa algo diferente a la realidad de la cual el observador, en este caso el viajero, proviene. Esto me hace pensar en que al gusto por lo Oriental, realmente no le importa conocer los orígenes de las prácticas, y me atrevería decir, no es necesario tampoco hacer una diferenciación entre ellas; es lo que significan para el occidental lo que importa, es el reencontrarse con formas diferentes y “mas sanas” de relacionarse con si mismo y con el entorno, contrario a lo que le está presentando actualmente la realidad de occidente. ¿Por que me parece interesante articular este argumento basado en crónicas de viaje con nuestro tema de interés? En primer lugar porque Todorov busca un entendimiento de la construcción de “los otros” desde un entendimiento del “nosotros”, en segundo lugar porque hace una revisión específica de esta construcción frente a culturas lejanas como lo es el caso de Oriente, y en tercer lugar porque encuentro muy aplicable la figura del viaje para contactarnos con otras realidades, solo que el viaje ahora no es a través de un barco en el medio de un océano de agua, sino a través de una pantalla de computador como portal de entrada a un océano de información, o una pantalla de televisión con canales especializados en temas “esotéricos” 24 horas, o un libro escrito por médicos hindúes especializados en filosofías orientales que dan la vuelta por todo el mundo haciendo conferencias y con best seller en las librerías del mundo. Hay solo una diferencia, el observador no va al sitio, el sitio va al observador, y claro, me digo a mi mismo si esta observación no es ciertamente falsa en la medida en que el conocimiento no es real, es construido, pero que más da, que importa para el hecho mismo de recibir una realidad? Este es precisamente el punto sobre el cual estoy construyendo mi espiral, espero, avanzando hacia el centro: el tema de la representación.

Antes de seguir, quiero hacer un pequeño alto en algo que acabo de mencionar y es la presencia de “eruditos” en prácticas orientales que recorren occidente enseñando, e ilustrando muchas de las bondades de estas prácticas para la vida de las personas y para la misma sociedad occidental. No pretendo con esto atacar ese tipo de intenciones y acciones, (de hecho yo he sido lector con agrado de algunos textos de estos personajes), eso es algo que está por fuera de este trabajo, lo que me parece importante identificar, es la contribución que esto hace a la construcción de representaciones (podría llamarle caricaturas) que se propagan dentro de la cultura popular. Piénsese en los auditorios a reventar que produjo la visita de Dalai Lama a nuestro país, o los altos rating que producen siempre las entrevistas con Deepak Choppra.

Hasta aquí, he articulado argumentos teóricos que analizan la construcción del otro, enfocándose en mayor o menor grado en la construcción de “el otro oriental”. El objetivo de este trabajo es, antes de hacer una propuesta de forma o puesta en escena, analizar como se representa esta construcción en nuevos estilos de vida en occidente, que justifique una visibilidad crítica del tema. Por lo tanto, dado que esta construcción del otro no solo tiene unas bases sociológicas y antropológicas, sino también unas bases e implicaciones políticas y económicas dadas por el fenómeno de lo global sobre lo local, que permite y genera flujos de información sobre las formas de vida, pensamiento, religión, etc, de otras regiones, debo comenzar a articular este trabajo con miradas de y desde la globalización. Para ello pretendo usar algunos planteamientos específicos de Arjun Appadurai.

Después de analizar planteamientos de este autor sobre los medios (masivos y en red) y la desterritorialización, encuentro desde mi punto de vista, tres aspectos relacionados con la globalización que apoyan la producción de representaciones y adaptaciones de prácticas orientales en los estilos de vida de occidente, y que en realidad se alimentan el uno al otro: La producción de nuevas subjetividades a partir del encuentro continuo de personas con imágenes de manera continua y sin fronteras, el papel de imaginación que se amplía permitiendo un muestrario de vidas posibles, y un acceso a realidades que trascienden el entendimiento del individuo de lo local a lo mundial y dando este en algunos casos mayor profundidad a problemas y situaciones que generan la percepción de problemas planetarios a mayor escala, o problemas de la propia existencia humana, generados como a partir de un espejo, siendo esta una “conciencia” nunca antes presente en los imaginarios de cada individuo.

Me referiré en primer lugar a la producción de subjetividades gracias a la interacción con imágenes y la potencialidad de la imaginación, ambas impulsadas por la fuerza y alcance de los medios masivos. Appadurai plantea que en la actualidad, las personas consideran un conjunto mucho más amplio de vidas posibles para sí y para los otros en gran parte gracias al papel de los medios que amplia sus imaginarios, aunque lo señala sobretodo para el desarrollo de un contacto social con, como el lo llama, el mundo de las metrópolis; también plantea que las personas ven sus propias vidas a través de los prismas de las vidas posibles que presentan estos medios en distintas formas, por lo tanto la fantasía se ha convertido en una práctica social.

“El nuevo poder de la imaginación en la fabricación de las vidas sociales ya está inevitablemente ligado a las imágenes, las ideas y las oportunidades que llegan de otras partes, con frecuencia producidas y puestas en circulación por los medios de comunicación de masas.”
Es esta fabricación desde la imaginación apoyada en los medios, sumada a la construcción de lo exótico planteado en la primer parte de este análisis, lo que me parece, se convierte en un engranaje fundamental al momento de hacer representaciones de prácticas orientales y adaptarlas a estilos de vida propios en occidente. Es decir, como lo dije anteriormente, es a través de los medios que hacemos los viajes que nos permiten ver nuevas formas de vida, que vemos con anhelo dadas realidades actuales que no queremos asumir o que queremos “enriquecer con experiencias nuevas y exóticas.

Pero para profundizar un poco más en esa relación que veo entre lo mediático, la imaginación y la construcción de Oriente desde lo exótico, voy a referirme a otro elemento con el cual Appadurari pretende analizar los flujos globales. Propone entender la nueva economía cultural global como un orden con complejidades y dislocaciones cuyo entendimiento puede enmarcarse en 5 planos diferentes, “paisaje étnico”, “paisaje mediático”, paisaje tecnológico”, “paisaje financiero” y “paisaje ideológico. Todos ellos presentan diferentes matices del análisis cultural global y no son aislados unos de los otros, pero quiero referirme a uno en especial en el que encuentro una relación con el tema que nos interesa aquí. El “paisaje mediático” que está constituido por toda la producción, diseminación y circulación de la información y las imágenes. Lo que lo hace más interesante para él, es que presenta un gran número de imágenes y narraciones a espectadores de diferentes partes del mundo, donde se mezcla profundamente el mundo de las mercancías, de las noticias y de la política, y donde estos espectadores ya no logran diferenciar completamente lo ficticio de lo real. Además, plantea que entre más lejos se encuentre el espectador de la experiencia que observa, o mejor, de la imagen que de ella le llegue, mayores posibilidades existen de crear mundos imaginados “quiméricos” productos de la fantasía y de tal forma, construir guiones de vida imaginarios que ayudan a construir narraciones del Otro y proyecciones de ellas en sus propias vidas. Recuerdo en este momento varios casos cercanos y reales de personas que motivadas por una búsqueda persona, viajan a la india a conocer la fuente de toda una tradición más que religiosa, espiritual y “pura” de las prácticas que en han adoptado en sus vidas, como el yoga por ejemplo, y regresan con profundas impresiones de las realidades de pobreza, precariedad, insalubridad que no logran soportar o relacionar con dicha espiritualidad. Por lo tanto los efectos deseados de la “orientalización” de sus vidas, funcionan dentro de los esquemas de occidente, he aquí el efecto de la representación.

Quiero citar textualmente un aparte del libro “La Modernidad desbordada” del autor mencionado en este segmento, por su relevancia en lo que he desarrollado hasta este punto:

Estos guiones pueden se analizados y descompuestos en un complejo sistema de “metáforas alrededor de las cuales las personas organizan sus vidas” (Lakoff y Jonson, 1980) en la medida en que aquellas ayudan a la gente a construir narraciones del Otro así como protonarraciones de vidas posibles, fantasías que pueden llegar a convertirse en el prolegómeno de su deseo por adquirirlas, o de mudarse y cambiar de vida”.


Estamos hablando de reformulaciones de artes, filosofías y tradiciones en poblaciones con características determinadas (jóvenes tal vez con inquietudes e inconformidades, o ejecutivos y profesionales con cargas altas de estrés, por ejemplo) que sirven pare generar conexiones que construyen o ayudan a construir ideales de vida, y que además comienzan a compartirse colectivamente como lo observo a continuación.

Ya he expuesto argumentos articulados con el tema de “lo oriental”, de cómo y por qué se construye “el Otro”, y de que forma entran a jugar los medios masivos de comunicación, en un marco de globalización. Ahora, quiero por último, incluir un tema que también toca Appadurai y que me lleva finalmente a partir de todos los elementos ya expuestos, a la propuesta final de forma de este trabajo, y es la importancia de entender que la imaginación de la que hablamos en la globalización no es solo individual sino también propiedad colectiva representada en grupos que piensan, imaginan y sienten cosas en forma conjunta, pasando de la imaginación compartida a la acción colectiva y de las experiencias locales a las experiencias translocales, todo gracias al papel de los medios de comunicación.

Si podemos entender las causas de una construcción de oriente de una forma que nos simpatiza, (algunas de las cuales he intentado exponer desde el punto de vista teórico), vemos las manifestaciones todos los días en las calles, en los avisos publicitarios en los blogs en Internet, (como lo he visto yo y lo cual me llevó como ya lo dije a plantear este trabajo), y reconocemos la presencia crucial de los medios en este fenómeno, podemos entrar a analizar la forma en que se están conformando esta representaciones, y por tanto cobra relevancia la revisión y el análisis de los medios que la producen. El planteamiento inicial de este trabajo, aun, con pocos fundamentos teóricos apuntaba a la revisión de publicidad en medios impresos para identificar las representaciones e imaginarios existentes de Oriente. Sin embargo, la revisión teórica que se ha expuesto en esta entrega, me lleva a concentrar un mayor interés en lo que produce estas representaciones dentro de grupos “consumistas”, cercanos o con simpatía a estar prácticas de Oriente. Pienso que es más relevante desde la perspectiva de los Estudios Culturales, entender las causas y resultados en términos de comportamientos e imaginarios que estos símbolos causan en las personas, más allá del análisis de los símbolos en si mismos. Si no fuera así, la propuesta investigativa, tal vez quedaría en el plano de lo meramente semiótico, que si bien es importante, debe tener mayor alcance.

Partiendo de esta idea, decido proponer igualmente un análisis de las representaciones de Oriente, pero no desde la revisión de símbolos en medios unidireccionales de comunicación como la prensa impresa o televisión, sino en medios que permiten una mayor participación de las personas, y por tanto, la oportunidad de una mayor visibilización de la representación en si misma. Hablo de una exploración de medios electrónicos, en los cuales se trata específicamente de prácticas de oriente, asimiladas en los estilos de vida individuales. Como ya se comentó, son por ejemplo, numerosos los blogs en Internet en los que fluyen opiniones, comentarios y experiencias compartidas de personas, alrededor de este tipo de prácticas, o se encuentran en Facebook más de 500 grupos conformados alrededor del tema del yoga, o más de 145 grupos al rededor del tema de Feng shui, o más de 28 grupos alrededor del tema de la meditación. Centrarse en máximo cinco de estos grupos sobre un tema específico, para el caso de esta propuesta, el yoga, y hacer un seguimiento en un periodo de tiempo de tres meses, a lo que en estas formas de expresión se comparte, consiste una primer propuesta de investigación. En cierta forma lo que se propone es hacer una etnogorafía a estos grupos para abordar el problema de investigación planteado al inicio de este trabajo.

Quiero señalar que menciono con mucho cuidado el término etnografía, teniendo en cuenta que mi formación no es en antropología, pero dentro del desarrollo del curso de metodología de la investigación en Estudios Culturales, he logrado entender no solo la utilidad de este método, sino los matices que tiene y el carácter de las intervenciones que desde los Estudios Culturales se plantea.

Quiero terminar trayendo a colación dos planteamientos que me parece, respaldan el planteamiento de desarrollar la propuesta de investigación, a través del análisis de formas dentro de Internet. Por un lado Appadurai hace mucho énfasis en la importancia que están teniendo los medios de comunicación electrónicos en el marco de la globalización, al ofrecer nuevos recursos y nuevas disciplinas para la construcción de la imagen de uno mismo y de una imagen del mundo. Para él los medios electrónicos y las migraciones masivas caracterizan el mundo de hoy. Por otro lado Arturo Escobar, plantea que el ciberespacio puede ser visto como una posibilidad de establecer una lógica de autoorganización descentralizada y no jerárquica, y si tenemos en cuenta que muchas de las prácticas ya mencionadas de oriente en occidente, buscan resistir, cambiar o evadir, algunas de las formas en que nos relacionamos con la realidad, valdría la pena revisar que tanto potencial de imaginación colectiva pueden llegar a tener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario